Los estudios y los avances en la tecnología han propiciado el desarrollo de un calzado adaptado a las necesidades de los distintos tipos de pies, sin embargo son muchos los defensores de recuperar el pie descalzo. Si bien es cierto debemos tener en cuenta los pros y los contras de realizar tan actividad.
La mayor parte de los expertos están de acuerdo en que caminar descalzo por un entorno seguro, como puede ser nuestra casa ayuda a transpirar los pies, dejarlos descansar de tacones o formas estrechas de los zapatos. En la playa, por ejemplo, podemos disfrutar de un masajeador y exfoliante natural como es la arena. A los bebés caminar descalzos les ayuda a reconocer el entorno y a mejorar su interconexión neuronal motora. Aunque lo que recomiendan siempre los podólogos es caminar en ambientes naturales, que es para lo que en su origen están pensados los pies.
Pero caminar descalzo también tiene sus contras ya que exponemos la piel a agresiones externas, la piel se desidrata más fácilmente y la falta de amortiguación puede ser un problema para el resto del cuerpo. Nuestros pies no están preparados para afrontar las texturas y materiales industriales de hoy en día, los pies necesitan protección y amortiguación, por eso se inventó el calzado. Contar con unos buenos zapatos, botas o lo que quieras ponerte es imprecindible. Tienes que sentirte cómodo, recuerda que tus pies llevan al resto de tu cuerpo. Así que si queremos descansar nuestros pies debemos hacerlo con prudencia y para el resto del tiempo viste tu calzado preferido.
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